domingo, 26 de junio de 2011

Al fin semi-cuerda

Horas más tarde todo parece más calmado, el ruido de los cachivaches, los crujidos, los coches… todo parece perder poder, vuelve en si, mira a su alrededor. Su cuarto, ¿Cómo ha llegado allí? Recuerda la noche anterior, bebiendo en la playa, bebiendo de un modo excesivo, con ansia, como si esa fuera la medicina a todos sus males, ebria hasta desmayarse, recordaba los trajes de los hombres de la Cruz Roja mientras le pinchaban el delgado y pálido brazo, recordaba como todo el mundo miraba la escena sin intervenir… recordó a su madre, y nada más. Lo demás todo era demasiado borroso, solo había logrado conseguir varios fragmentos de todo aquello, el infierno vívido y a la vez un paraíso de locura. Ebria depresiva, así es como se hubiera auto denominado si le hubieran preguntado. Todos aquellos problemas… aliviados por una sensación de dejadez, no sentía nada, ni amor ni odio, no pensaba en todo lo que le había pasado, nada, simplemente ese dulce agujero negro que se tragaba todo, lo bueno y lo malo, ¿qué más daba si lo bueno desaparecía? Igualmente no habían demasiadas cosas buenas por las que luchar… todo era demasiado triste, demasiado macabro para que lo pudiera soportar una adolescente en plena etapa de crecimiento.

No quería salir del cuarto, sabía que si salía su madre la estaría esperando, con los brazos en jarras, el ceño fruncido y una sarta de insultos y reproches lanzados como dardos a toda velocidad hacia ella, ya había pasado bastante con la resaca… Encendió el ordenador, las 6 de la mañana ¿Aún? Leyó la fecha en la que estaba, ya habían pasado dos días desde aquella noche… No quiso ver más, apagó el ordenador y se dispuso a dormir las horas que faltaba para que el mundo siguiera su curso, con ella ya dentro.

1 comentario:

  1. Cómo sería esta misma historia si hubiera una verdadera amistad, será eso lo que verdaderamente falta en vez de simples juntas a las que debes seguir el amén o morir infeliz

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