lunes, 27 de junio de 2011

Por fin por la mañana, nubes y recuerdos.

La voz de su madre fue lo que le despertó, había dormido aquellas horas con desgana, y su madre estaba gritándole para que se levantase mientras subía la persiana. Abrió los ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz natural, la poca que un día nublado como aquel podía proporcionar.
-          Bueno, hola pequeña, soy-madura-y-me-lo-paso-genial-cogiendo-borracheras. Buenos días.
Y salió muy digna del cuarto, ese era el primer asalto, ahora le haría sentir culpable. Con un suspiro se levantó y fue hacia el baño casi a ciegas, tenía la boca pastosa, los ojos completamente invadidos de legañas y la cara hinchada de tanto dormir. El pelo era un nido de pájaros, parecía que tenía el largo cabello pelirrojo cardado de un modo poco estético. Se metió en la ducha mientras recapacitaba, solo faltaban unos días antes de volver al instituto y volver a ver la cara de los idiotas que le habían invitado a una juerga en la que ella no encajaba para nada. Era un simple adorno. Y su madre, pobrecita, ella sola a cargo de la malcriada de su hija, una hija completamente distinta a ella.  Pero así era, no podría ser de otra forma, una ciudad distinta, una vida que deja tras de si un gran vacío que nada puede llenar ya, solo esa pérdida del sentido tan absolutamente satisfactoria. 

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